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Frontera Tailandia con Camboya

Timo a extrangeros en Camboya

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La verdad, no se por dónde debería empezar. Pero en resumen diré, que nos hemos sentido estafados en nuestro primer viaje a éste país. La estafa y timo a extrangeros en Camboya es evidente.

He estado apenas unos días en éste país. Sin duda un paraje precioso. Aunque parte de su gente me ha decepcionado hasta el último momento. No quiero tampoco generalizar, asi que voy a explicarme como pueda.

Primeros pasos en Camboya

Frontera Tailandia con Camboya

En Siem Riep todo fué de perlas. Vimos Angkor Wat con un local, Pao, que habla muy bien español y era muy simpático, también vimos la ciudad de día y de noche y no pasó nada fuera de lo común. Todos muy amables.

Si quereis el contacto de Pao podéis dejarnos un comentario en este post o escribirnos al mail. 

Una vez cogimos el bus nocturno hacia Sihadoukville, empecé a sentir éste sentimiento que me decía por dentro que algo no iba bien. Ya en ese bus nos dimos cuenta del timo a extrangeros, de que de un modo u otro nos habían tomado el pelo y vendido unos billetes con unas condiciones que al final no fueron las reales.

Interior de un bus-hotel

Decidí dejar aquel suceso en el pasado y darle una oportunidad a Camboya y a su gente. Al pisar la isla de Koh Rong nos vimos asaltados por barqueros que nos pedían un dineral para llevarnos a nuestro destino, forzándonos a cancelar nuestra reserva y quedarnos por la zona. De nuevo, el timo a extrangeros una vez más, aprovechandose.

Las playas de Koh Rong quitan el hipo y a mi se me pasó el disgusto un poco así que desconecté e intenté olvidar lo que había sucedido hasta el momento y darle otra oportunidad al lugar.

El día siguiente decidimos ir a pié a través de la jungla hacia la otra parte de la isla y allí pasar el día, ver el atardecer y volver en un barco-taxi. Nos ofrecieron un precio por uno privado a cierta hora, 5$ por persona. Cuando llegó la hora, nos vimos en un barco enorme rodeados de gente que estaba de festival, borrachos, artistas, malabares y hippies.
Nuestro acuerdo se rompió en aquel momento ya que salimos más de dos horas tarde y en aquellas condiciones que no eran las apalabradas así que a la hora de pagar le di la mitad al señor y le dije cuatro palabras educadamente y me dió la razón con la cabeza bajada.

Misión: Salir del país

No quería que me tomaran más el pelo así que decidimos irnos de la isla y darle una oportunidad a Sihadoukville. Pasar allí un día y una noche y de allí para nuestro siguiente destino, Vietnam.

De nuevo nuestro barco salía tarde, había gente que iba a perder el bus de enlace o bien tendrían que correr al aeropuerto. El motivo fué (deducido porque no nos daban información alguna) que para nuestra hora no había mucha gente así que esperaron al siguiente turno y así lo llenaban. Una vez mas, el timo a extrangeros se hace evidente.

Llegamos bastante tarde a Sihadoukville, nos sentíamos cansados y engañados una vez más y decidimos comprar nuestro billete a Vietnam y salir del país pues no se había portado bien con nosotros.

Debo recordar y remarcar que en Camboya la comunicación es pésima, la gente no se esfuerza por hablar o entenderte en inglés. Es muy difícil mantener una conversación.
Parece irónico a la vez que me sorprende que un país que vive del turismo, en un punto de información no tengan a gente que hable mínimamente inglés.

Cómo pudimos y ayudados de un saco de paciencia conseguimos nuestros billetes con destino Ho Chi Ming, Vietnam. El cual nos indicó el chico de la oficina que iba directo y que solo paraba en la frontera para sellar pasaportes. Hasta ahí bien.

Lo bueno dura poco y al subir al bus nos dicen que vamos a Phnom Phen y allí debemos cambiar de autobús dirección Vietnam. Hasta ahí bien aunque ya habían cambiado o desviado un poco nuestra ruta.

Estafados en el autobús nocturno

En unas 5 horas nos plantamos en la capital de Camboya y nos informan que debemos bajar y cambiar de autobús. Pero al subir al primer autobús nos habían tomado los billetes así que los pedimos al bajar en Phnom Phen para poder subir al siguiente pues no teníamos otros.

Bus con origen en Phnom Phen destino Ho Chi Mihn

Y ahí empezó el gran timo a los extrangeros de nuevo. Los billetes habían desaparecido.
Eran las 00.30 de la madrugada y estábamos en medio de una ciudad desconocida, entre dos autocares rogando por nuestros pasajes de bus. El chico que nos los cogió en un principio se hacía el loco, ahora ya no hablaba inglés y nos exigía que compráramos nuevos billetes a Vietnam.

Yo me puse nerviosa y empecé a preguntar a todo el que veía pidiendo mis billetes. Nadie me daba respuestas y todos tenían una sonrisita mientras hablaban entre ellos y me miraban que me ponía aún más de los nervios. No había forma de hacerlos entrar en razón ni de llegar a un acuerdo. Me veía pagando el billete de nuevo, y no era barato.

Ya harta de tal broma de mal gusto, entré en la oficina decidida a conseguir mis billetes a las buenas. Allí había una pareja inglesa que les había pasado lo mismo, también habían entregado sus tickets al subir al previo bus y no se los habían devuelto. Así que en ese momento ya lo vi claro. Se estaban riendo de nosotros.

No me voy a extender mucho, deciros que aquella discusión duró casi hora y media entre negociaciones, salidas de tono, algún empujón, incluso llegaron 3 o 4 hombres a (supongo) apoyarles presencialmente. Llegué a sentir miedo en algún momento. A pesar de ello, yo y el chico inglés éramos los que llevábamos las riendas de la discusión, teníamos las narices ya infladas y no queríamos de ninguna manera volver a pagar los billetes, era un robo en toda regla. Todos los alli presentes estaban presenciando el timo hacia los extrangeros, pero nadie decía nada.

No me preguntéis cómo pero al final entre mil llamadas y algún que otro grito, llegamos a convencer a aquel señor. Que no era jefe, pero mandaba. Yo lo bauticé como el capo de aquella mafia camboyana.

Me pregunto por qué lo harán, por qué juegan así con los turistas. Y como le dije al señor jefe de la mafia, si alguna vez viene a mi país, no se va a sentir estafado como yo me he sentido aquí una vez tras otra.

Después de alguna lagrimilla que otra por la impotencia, pude subir y tumbarme en mi cama de tal bus, que iba casi vacío. Y por fin relajarme ya de camino a Vietnam. Solo pude sentir tristeza.

El país es precioso y me enamoré de él nada más llegar no lo voy a negar. Quizá haya sido mala suerte, quién sabe.

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